Especificar mucho de lo que va a ir el blog es sinónimo de muerte prematura...Un blog que está abierto a más cosas que las previstas admite mayor futuro. Aunque creo que ya planeo demasiado. Tal vez hable de la vida, pues al fin y al cabo, soy "uno de los que pasaba por allí" @IgnacioHernandz
No, probemos con otro...tal vez "JRSHJRHSJRSH"...sí, creo que ese lo imita mucho mejor. ¿O no? ¿Es posible plasmarlo con letras? No creo que lo sea. O a lo mejor no es siquiera algo plasmable. Es lo que es, y ya está. No es tangible, no es algo que me incumba. No puedes hacer nada, y eso es, nada, lo mejor que puedo hacer. Todo lo que he pintado está muy bien...pero no es lo real. Y aquí es cuando dicen los astures:
"Ye lo que hay". Hay que rasgar el papel y pintar un nuevo lienzo. Las pinturas son las mismas, la paleta, es exacta, pero el modelo, ¡ay, el modelo!...¿completamente distinto?
Oh, no te preocupes...intentaré pintarte lo mejor posible. Te doy mi palabra. Para eso estoy, para hacer lo mejor que pueda.
Vaya títulos mas raros pongo para el blog,¿verdad? Créeme, me encantaría poner títulos mas normales, pero no hay otra manera de expresarlo. Éste en especial se refiere a uno de los múltiples efectos colaterales de la magia. Lo peor es que hasta ahora no me había dado cuenta de ello.
Hoy he decidido compartir mi magia. En un arrebato, acepté actuar (en parte no me quedaba otra, porque ya me habían incluido en el elenco sin consultar)para, en un principio, una docena de ancianitos en silla de ruedas. Esto supuso para mí el despolvar una ingente cantidad de efectos que había abandonado: las tres cuerdas, la cuerda y el aro (más adelante en vídeo), los f""s p"""s (sólo para magos, jeje), la bolsa y el huevo en sistema Tarbell, la bolsa de cambio en Zipper...En resumen, trucos vistosos para gente que por desgracia habían perdido velocidad a la hora de captar la realidad. El problema verdadero se me ha planteado cuando, a causa del rechazo de algunos a ir, debido al mal tiempo, han decidido invitar a más gente, no ensillada. Y a mí, que había estado planeando un guión con un orden determinado de juegos, me ha supuesto reordenar el espectáculo (reducirlo a tan sólo 10 minutos, cuanod yo ofrecía más de 30) , y dejar la artillería pesada para próximas actuaciones que me han garantizado.
Me he presentado allí, y no tenía ni mesa, ni tapete, ni ningún lugar donde apoyar mi maletín, y me tocaba después de Dolores, la mujer de las Castañuelas. Tenía un tiempo de exactamente 7 minutos más o menos para reorganizar mi espectáculo y preparar todo. Adiós a la carta impresa en el pañuelo, a la magia del azúcar de Luis Piedrahita...Y han pronunciado mi nombre: ¡Ignacio, el mago! Los nervios por si me equivocaba, por si la gente no me aceptaba, si el público era difícil, si había elegido bien los juegos...todos ellos han desparecido al hacer acto de presencia y mirarlos a la cara...¡Más de 100 ojos mirandome! Con atención, interés..pero sobre todo, alegría y respeto, junto con esa clase de sonrisas que te infunde calor a las manos, en ese momento gélidas por los nervios, y que insuflan una felicidad indescriptible y sólo te hacen pensar: vamos allá.
El resto de la velada ha ido sobre ruedas: a la primera voluntaria le he sacado su carta elegida y firmada de mi boca: a los segundo les he hecho comportase como auténticas gallinas para hacer aparecer huevos de verdad dentro de una bolsa, y al tercero le he hecho imaginarse que sus dedos eran unas afiladas tijeras que cortaban cualquier cosa. Y todo se han despedido con sonrisas, con abrazos, con dos besos y diciendo: "Qué labia, qué salero, ni Tamariz"...Y lo que es mas importante: además de sonreír y de aceptar esos comentarios (que no me deben hacer creerme superior para nada, pues eso es un estorbo en el camino de la magia), me he dado cuenta de que todos estos meses haciéndome magias a mí mismo y rechazando hacer trucos hasta a mi propia familia, han dado su fruto: no me he mirado a las manos, les he mirado a los ojos, he hecho gags, he interactuado...he creado MAGIA.
He creído conveniente escribir esta entrada para que veais, los que me conoceis, el apasionado amor que siento por este arte y que se esconde detrás de mi. Y que veais los ardorosos deseos que tengo de que en las próximas veladas consiga crear ese ambiente distendido pero silencioso, respetuoso, alegre y ante todo, onírico y mágico. Así sea.
Cuando salí de ver "Zarkana" hace exactamente una semana, me di cuenta de una cosa que me hizo reflexionar de camino a mi casa. Pero empecemos por el principio. "Zarkana" es el nuevo espectáculo del Cirque Du Soleil, en el que se narra cómo un mago e inventor pierde el amor y la inspiración con un cierto toque gore. Malabaristas increíbles, aosmbrosos forzudos sobre una escalera que sobre sus hombros sostienen escaleras de 2 metros con contorsionistas encima, payasos magníficos, saltos sobre la cuerda floja impresionantes...Lo único malo es que en algún momento se equivocaron. Pero eso no resta el efecto que produjo en mí a la salida.
Allá voy: si os dais cuenta, el circo no es más que una prueba casi irrefutable de que los humanos sienten aprecio por el otro, que no siempre viven pensando en el ombligo. Y si no me creéis, pensad qué es el circo: es un lugar al que vamos a ver gente hacer cosas maravillosas. Hasta al más egoísta, egocéntrico y narcisista se da alguna vez el capricho de ir a ver las genialidades que realizan personas que no son él. Es disfrutar de los demás, es un disfrute personal.
Además, cuando uno va al circo, va con el sentimiento que alberga la esperanza de que todo va a salir bien. Pero así no tendría gracia el circo; necesitan mostrar que el peligro es real, tangible, posible, que puede suceder. Y así lo hacen, con esas pausas dramáticas: el temblor del gimnasta ante el posterior esfuerzo suprahumano; la respiración profunda de la malabarista antes de comenzar...Todo hace ponernos en el escenario y pensar: "Ojalá le vaya bien y no se equivoque".
Y esto demuestra mi teoría de que todos pensamos en el otro y le queremos. De formas distintas, pero le queremos. Al menos, le queremos vivo. Y si no, como demostración final, escuchad ese grito ahogado cuando parece que el de la cuerda floja se va a caer y estampar contra el suelo tras 6 m de caída.
Ahí lo dejo. Y que cada cual infiera lo que crea conveniente. Amén.
Pues no sé que le ves a esa canción. No sé, a mí me parece muy parecida a esta...Vale, que sí, pero que es solo mi parecer.
Mira, en cambio, esta es...que te vas a quedar de una pieza cuando la escuches. ¿Ya suena, le has dado al play? Vale...Esta parte no, la de ahora...ya está, casi...Ahora...¿Qué te parece? Buena, ¿verdad? ¿Cómo te puede dar igual? Pues a mí no me gusta la tuya. No se cómo no te encanta, la verdad.
Y es que a todos nos ha pasado eso alguna vez. Hoy me ha dado por pensarlo. ¿Qué hace que una canción en concreto nos llegue a nuestro más profundo ser? ¿Por qué ésta canción, en el segundo 2:20 (en mi caso) nos produce una irrefrenable sensación de plenitud (porque no hay otra palabra), mientras que esa canción nos deja indiferentes? Decía el Joker en una de sus películas que el momento en el que se muestra una persona tal y como es tiene lugar justo antes de su muerte. En mi opinión: Dime qué escuchas y te diré como eres. Al joven activo y alocado le encanta una canción que le agarre del brazo y le lleve en volandas con ritmos rápidos y melodías pegadizas. A la adolescente romantizada (y no me arrepiento de poner género) le encanta sentirse parte de una canción, que sienta que la canción habla de ella. Y a otros, amantes de la perfección, la exactitud y que disfrutan con la armonía (como es mi caso), les encanta sentarse a escuchar y suspirar profundamente tras un pasaje brillante de Chopin o Debussy.
La música es nuestra mejor aliada. Nos llena cuando queremos sentirnos bien y estamos tristes, nos da ese empujón necesario para esos pasos que no nos atrevemos a dar, o simplemente, nos produce esa maravillosa sensación que nada más produce (y repito: absolutamente nada). Es la mejor banda sonora de nuestra vida, hace que nos sintamos en una película. Nos hace movernos de forma sincronizada con la música en nuestro día a día. Hace lo cotidiano digno de un videoclip.
Y seguiría mucho más. Pero es que, cuanto más me paro a pensar, más lejos queda ese horizonte en el que alcanzaría la respuesta. Ante este panorama quimérico, uno solo puede sentarse y comenzar a escuchar aquello que te deja sin palabras...
Hay cosas malas en la vida que pueden volverte loco de remate. Otras, en cambio, te hacen jurar y maldecir. Y si en la vida, justamente, muerdes el hueso, ¡no te quejes! Sólo silba. SIlbar hará que las cosas mejoren. Y además:
Mira siempre el lado bueno de vivir. Busca siempre el lado luminoso.
Y si la vida de parece una bonita mierda, será porque te has olvidado de algo. Tal vez sonreír. Tal vez bailar y cantar. Cuando estés deprimido, ¡no seas imbécil! junta tus labios...y silba.
Busca siempre el lado bueno de la vida. Busca siempre su cara más luminosa.
Porque, ¿qué es la vida? ¡es absurda! Y la muerte, la palabra final. Enfréntate al telón, cuando caiga, con una elegante reverencia. Y olvídate del pecado. ¡Da a la audiencia una sonrisa! ¡Disfruta! A fin de cuentas...¡es tu última oportunidad!
Busca también el lado bueno de la muerte, antes de exhalar tu último aliento.
La vida es un pedazo de mierda cuando la miras y te paras a pensarlo. La vida es una risa, ¿y la muerte? ¡Una broma! Verás como todo es una farsa, y al menos...hazlos reír mientras te vas. Recuerda: ¡la última risa es por ti!
Mira el lado brillante de la vida.
¿Qué tienes que perder? Vienes de la nada, y acabas en la nada...¿Qué has perdido?
Mi teoría sobre el equilibrio de actos buenos y malos se cumple en el cincuenta por ciento de las veces ( el otro cincuenta por ciento lo componen las veces que se me olvida que tengo esa teoría). Aunque claro, cuando digo "mi teoría" es para darle mi toque personal. Este postulado es tan mío como el dinero que tenemos todos ahorrado en el banco. Todo el mundo coge un poco, y cuando lo necesitamos de verdad, resulta no pertenecer a nadie.
Pues sí, va a resultar cierto que vivimos en un constante equilibrio entre suerte y "desdicha". Afortunadamente, no me he visto en situaciones extremas en las que sea apreciable ese cambio paulatino entre mala suerte y sensación de mejora. Todo lo digo, claramente, desde lo cotidiano. Sí, cosas nimias y escurridizas, pero tangibles al fin y al cabo.
¿A quién no le ha sucedido el despertarse (me refiero al momento de levantarse,no en la fase gruñón-resacoso de "cinco minutos más") con un repentino sentimiento de: "hoy todo me va a ir genial, que tiemble el mundo" y que, confiado con todo, se le quemen las tostadas o que pierda el autobús? ¿O que consiga sentirse por encima de todos sus amigos en algo y que luego todos ellos, poco a poco, le muestren lo bien que les va en algunos aspectos dela vida que desearías encarecidamente vivir como ellos? ¿O que restriegues una buena nota a un compañero con peor calificación y que más tarde te planten una nota que no esperabas...para nada?
Pues todo esto,lectores, sucede porque tiene que equilibrarse la balanza vital. Si la vida fuese solo desgracias o solo genialidades, ¿para qué viviríamos? ¿Acaso no es motivo de nuestra felicidad darnos cuenta que aquello que tenemos porque hemos vivido un momento duro que nos lo ha mostrado? Pensadlo así: jamás valoraríamos un chaquetón si eternamente fuese verano, ni tampoco una camiseta si siempre fuese invierno.
Así pues, cuando nos encontremos (yo me incluyo) esos en momentos amargos,en que desearíamos desaparecer o dar un golpe seco en la nuca al causante de nuestro malestar, no nos desmoralicemos: pensemos que es una lección más en nuestra vida, y que nos ayudará en momentos agridulces (a poder ser más dulces que agrios) y disfrutar aún más de esos pequeños episodios que forman, retazo a retazo, el lienzo de nuestra vida.
"Fhhhhhhhhhhhhhhhhhhh..." ¿Cómo plasmar con letras el sonido de un globo desinflándose? Debería habérselo preguntado a mi blog antiguo. A ese pobre "pulpo" en el garaje le debía estar faltando agua, por que lo dejé malamente al irme de vacaciones y al volver estaba medio muerto. A pesar de casi suplicarme diciendo "Escribe entradas, que me muero", no pude hacer menos que ignorarle y dejar que muriese de una vez. Muy conocido es el caso del que llega de verano, ve una de sus plantas muertas y aún así sigue regándola. Pocas veces la recuperará. La mayor parte de las ocasiones lo único que se consigue es que la planta se pudra y le salgan hongos y setas. A mi blog le pasaba algo parecido, estaba desarrollando hongos y parásitos en forma de " 0 comentarios", " 0 visitas en un mes"...Así que mejor arrancar la plantita y despedirse como es debido antes de tirarla, en lugar de alargar su agonía con entradas insulsas por mera rutina.
Yo me despedí como es debido. "Escribí muchas historias; unas buenas, otras malas. Espero que gracias a ese pulpo extravagante este nuevo brote de creatividad dé su fruto".
Y no intentéis buscar, porque no encontraréis. Ese pulpillo se ha ido muy, muy lejos...